uno muy grande, el
otro chiquito,
uno muy blanco, el
otro negrito,
uno muy gordo, el
otro flaquito.
¡Oíd
jovencillos! su ama les dijo,
he visto un
ratoncillo, muy goloso y pillo,
así que os pido,
velad la alacena,
todo está provisto,
pa la nochebuena.
Pero el gato Michìn,
el más chiquitín,
se quedó dormido en
un blando cojín.
Y el gato Michòn, el más
grandulón,
se quedó dormido dentro
de un cajón
Y aquella noche de
todo pasó;
a las once en punto, llegó
a casa un coche
del cual se bajaron
con mucha premura
catorce ratones de
extraña figura.
Cinco sin camisas,
nueve sin calzones,
siete sin colitas, siete
muy colones,
dos sin orejitas, y
doce orejones,
pero los catorce,
eran muy patones.
Los animalitos entraron sonrientes
y se dirigieron rumbo
al anaquel,
y no hallaron nada,
nada que comer
nada había dejado el
ratón Joel.
¡Eso no se hace!,
¡eres un felón!
Gritaron en coro,
desilusionados.
Te comiste todo, la
natilla, el pavo
el dulce, el pastel,
¡eres un glotón!
al ser descubierto, y
mucho lloró.
Muy arrepentido por
su vil traición
a sus hermanitos les
pidió perdón.
Pero ellos estaban muy decepcionados
y aquellas disculpas
no las aceptaron.
Adiós le dijeron, nos
vamos de aquí
y ya no queremos
saber más de ti.
Lleno de dolor, Joel
se acostó
sobre una butaca y
allí se durmió.
De repente el gato
Michín lo sintió
y con mucho sigilo,
fue y ¡zas!, lo cazó.
.
Un gran desayuno se
dieron los gatos
pero al poco rato, su
ama, iracunda
les dijo: vosotros,
largaos de aquí,
y de despedida, les zampó una tunda.