jueves, 4 de noviembre de 2021

UN PAJARITO CANTABA


Un pajarito cantaba

en un árbol de manzana.

Lo hacía cada mañana,

era lo que más amaba.

Con su voz engalanaba

el lugar donde vivía,

el grande, el chico acudía

a escuchar con mucho amor,

a este pájaro cantor

 que mucho los divertía.

En bici, taxi o camión

corrían todos a escuchar,

 y hasta los ríos y el mar

 rugían de la emoción.

Cantar era su pasión

y evitarlo no podía,

porque una cosa él sabía;

 que al cantar la momposina,

una bella golondrina,

de amor por él se moría.


LA NIÑA MARÍA


La niña María

se encontraba triste

porque su mascota

al cielo se fue.

Lloraba y lloraba

le hacía mucha falta

su amado Fifí

su `perrito fiel.

 

Con melancolía

ella recordaba

los días tan felices

que pasó junto a él.

Jugaban, corrían

y lamía su cara

su hermoso canino.

¡Nadie como él!

 

Pero una noche

radiante, la niña

observó que en el cielo

brillaba una estrella.

Era su cachorro,

y feliz sonreía,

y desde ese día

también ríe ella.

LA HISTORIA DEL MAESTRO JUAN TRIVÍN




Luciendo un frac gris

y una chistera

un día de febrero

 llegó Juan Trivín.

Un apuesto gato, 

oriundo del norte

a la bella tierra

de Gatiritín.

 

Se bajó del coche

muy entusiasmado

se arregló el bigote

 y se dirigió, a la oficina

del señor alcalde

quien la bienvenida

amable le dio.

 

Al día siguiente

 el burgomaestre

hizo una gran fiesta

para celebrar

que la escuela pronto

 abriría sus puertas.

 

¡Qué viva el maestro!

dijo el señor Pérez

un esbelto gato

de raza siamés.

 

¡Qué viva el maestro!

 dijo Carlotín

la gata más bella

y más elegante

de la bella tierra

de Gatiritín.

Palmadas de aplausos,

sonaron y muchas,

familias gatunas

llenas de Leticia,

maullaban, saltaban

meneando sus colas

y don Juan Trivín

estaba feliz.

 

 

 

Mientras disfrutaban

todo el holgorio

el señor alcalde

recibió un email

donde le informaban:

el nuevo maestro

llegará mañana.

 

¿Qué pasa Facundo?

¿Qué te sucedió?

Le dijo su esposa:

¡Qué has hecho por Dios!

 

Él, avergonzado

reconoció su error

y se dirigió al pueblo

con mucho valor:

 

Señoras, señores

se acabó el festón.

Y les comunico

que el señor Trivín

no es ningún maestro

fue una confusión.

 

Discúlpenme todos

dijo Juan Trivín

yo si soy maestro

pero de construcción

y he sido enviado

para dirigir

la obra del parque

de la bella tierra

de Gatiritín. 

 

EL GATO MICHÍN Y EL GATO MICHÒN (Poema narrativo)

EL GATO MICHÍN Y EL GATO MICHÒN

(Poema narrativo)

 

Esta es la historia de dos gaticos

uno muy grande, el otro chiquito

uno muy blanco, el otro negrito

uno muy gordo, el otro flaquito.

 

¡Oíd jovencillos!  su ama les dijo,

he visto un ratoncillo, muy goloso y pillo,

así que os pido, velad la alacena,

todo está provisto, pa la nochebuena.

 

Pero el gato Michìn, el más chiquitín,

se quedó dormido en un blando cojín.

Y el gato Michòn, el más grandulón,

se quedó dormido dentro de un cajón

 

Y aquella noche de todo pasó.

A las once en punto, llegó a casa un coche

del cual se bajaron con mucha premura

catorce ratones de extraña figura.

 

Cinco sin camisas, nueve sin calzones

siete sin colitas, siete muy colones,

dos sin orejitas, y doce orejones

pero los catorce, eran muy patones.

 

Los animalitos   entraron sonrientes

y se dirigieron rumbo al anaquel

y no hallaron nada, nada que comer

nada había dejado el ratón Joel.

 

¡Eso no se hace!, ¡eres un felón!

Gritaron en coro, desilusionados.

Te comiste todo, la natilla, el pavo

el dulce, el pastel, ¡eres un glotón!

 

Tremebundo susto se llevó el roedor

al ser descubierto, y mucho lloró.

Muy arrepentido por su vil traición

a sus hermanitos les pidió perdón.

 

Pero ellos estaban muy decepcionados

y aquellas disculpas no las aceptaron.

Adiós le dijeron, nos vamos de aquí

y ya no queremos saber más de ti.

 

Lleno de dolor, Joel se acostó

sobre una butaca y allí se durmió.

De repente el gato Michín lo sintió

y con mucho sigilo, fue y ¡zas!, lo cazó.

.

Un gran desayuno se dieron los gatos

pero al poco rato, su ama, iracunda

les dijo: vosotros, largaos de aquí,

y de despedida les zampó una tunda.

EL GATO FERMÌN



El gato Fermín

se encuentra muy triste.

El gato   Fermín

no deja de llorar,

porque su mamita

la señora gata,

no quiere que vaya

esta noche a bailar.

 

El gato Fermín

ama los placeres;

la rumba, el buen vino,

y otras cosas más.

Y eso le preocupa

mucho a doña gata

por eso no quiere

que vaya a bailar.

 

El gato Fermín

es un poco díscolo

y ya no soporta

más la autoridad,

de mamá gatica,

entonces se escapa

por una ventana

y se va a bailar

 

El gato Fermín

al sentirse ebrio

regresa a su casa

en su carro de arroz.

De repente observa

que un enorme zorro,

lo persigue y siente

un sentimiento atroz. 

 

Y aquella noche

del susto Fermín,

perdió su chistera

hasta un calcetín.

Su mirada verde

se le puso gris,

y aquella jumera

se le fue en un tris.

EL GATICO BARBICANO


 

Un gatico barbicano

de la tierra del Libano,

con su mochila de colores,

de la mano de la abuela lores,

iba a la escuela contento

gritando a los cuatro vientos:

¡Soy feliz! ¡Gracias, señor!

¡Un día seré un gran doctor!

c

Con una camisa de melón

un corbatín de jamón

pantalón de papayuela

con bolsillos de canela

y una correa de cartón

con mil pompas de jabón,

se vistió por muchos años.

Y  aunque a nadie le hizo daño

con su particular apariencia,

tuvo malas experiencias

 porque de él se burlaron

y mucho lo criticaron.

Pero el felino ignoraba

las mofas, y continuaba

muy feliz estudiando,

y por la vida caminando,

con el deseo de triunfar

y su sueño acariciar.

Y  un día con mil honores,

orgullosa la abuela lores,

vio al gatico barbicano,

 graduarse de cirujano.

 

 

EL NIÑO CON CARA DE MELÓN


 

Había un niño muy juguetón

que patinaba en un jabón.

Se subía sobre una vaca

a comer flores de albahaca,

y en el lomo de un caballo

él cantaba como un gallo.

Pero era un niño estudioso

y también muy ingenioso.

Iba a la escuela en avión

aquel niño con cara de melón.

Los niños se morían de risa

porque llevaba una camisa,

de cáscaras de sandía

que le había hecho su tía.

Usaba como zapatos

las orejitas de un gato,

y su hermoso pantalón

eran las letras de una canción.

Y ese niño fue creciendo

y muchas cosas aprendiendo.

Se convirtió en todo un señor

también en un gran doctor,

y es todo    un caballero;

además, tiene dinero,

y con zapatos lustrados,

bien vestido, enchalecado,

 viaja por tierras y mares

y por distintos lugares,

dándole gracias a Dios

por todo lo que le dio.

 

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