Un pajarito cantaba
en un árbol de manzana.
Lo hacía cada mañana,
era lo que más amaba.
Con su voz engalanaba
el lugar donde vivía,
el grande, el chico
acudía
a escuchar con mucho
amor,
a este pájaro cantor
que mucho los divertía.
En bici, taxi o camión
corrían todos a
escuchar,
y hasta los ríos y el mar
rugían de la emoción.
Cantar era su pasión
y evitarlo no podía,
porque una cosa él
sabía;
que al cantar la momposina,
una bella golondrina,
de amor por él se moría.
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